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Latifundismo en Chihuahua

Luis Terrazas nació en la ciudad de chihuahua el 20 de julio de 1829. A los 21 se convierte en jefe de familia pues perdió a su padre a causa del cólera.

Las nuevas responsabilidades las enfrentaría con una herencia modesta y una formación familiar tradicional.
en 1852, a la edad de 22 años, ocupó su primer puesto público como guardia fiscal de la administración general de rentas. Ese mismo año se casó con Carolina Cuilty.
El año siguiente resultó electo reidor del municipio de Chihuahua para el bienio 1854-1855.

La fortuna de Luis Terrazas fue una de las más importantes durante el porfiriato, gracias a su astucia, su oportunidad para invertir y su capacidad para asociarse y beneficiarse de la política. Formó parte de una generación de hombres fuertes que caracterizan al empresario norteño: adicto al trabajo, austero en su estilo de vida y emprendedor en los negocios.

Esta característica de Terrazas le permitió ascender de rico de pueblo a gran capitalista; su tendencia a la asociación, la aplicó lo mismo en la política que en los negocios. El asociacionismo era una forma de conseguir el capital necesario para fundar una empresa y un medio para disminuir el riesgo.

Con estas ideas económicas Terrazas acaudilla y corrompe a empresarios y políticos y asume, además, el papel de gestor de la inversión extranjera ante el gobierno estatal y federal. Logra asimismo convocar a un número importante de capitalistas de otras regiones del estado. La consecuencia de esta forma de trabajar fue la formación de otra red de poder, ya no sólo política sino también económica, integrada por los principales empresarios de las regiones bajo la dirección de Terrazas. Esta trama trajo consecuencias importantes: la primera, que el clan ampliara los giros de sus negocios; la segunda, el consenso político entre la clase empresarial del estado.

Sus primeros negocios ganaderos datan de 1848 (a los 19 años de edad) y continuaron en forma constante hasta 1913. En 1863, Terrazas era ya considerado uno de los ganaderos más importantes del estado; poseía alrededor de 2 mil cabezas de ganado mayor y 50 mil de ganado menor, cuyas ventas las realizaba principalmente en Chihuahua.

Su primera finca rústica de importancia fue el Rancho de Ávalos, que adquirió en 1865, a la edad de 36 años. Años después anexaría a este rancho otro: La Cañada.
 El latifundio terracista llegó a sumar más de 2 millones de hectáreas. La sensación era que Chihuahua entera pertenecía a Luis Terrazas.
La extensión y el número de las propiedades permitieron a Terrazas especializar sus haciendas; durante los primeros años del siglo XX dedicaba unas al trigo, como la de San Isidro; otras contaban con toros de lidia, como la de San Miguel, y otras con ovinos, como Gallego.
Cada hacienda era una comunidad. La traza de los edificios era una réplica del diseño de los pueblos coloniales, la Casa Grande sustituía al Cabildo y la capilla al templo comunitario; los peones vivían en la cuadra. Además contaba con escuela y la tienda de raya; con frecuencia la capilla o el atrio se utilizaban como centro escolar. El número de trabajadores variaba según el tamaño de la hacienda: el latifundio, con sus 11 haciendas, tenía cerca de 10 mil trabajadores.

 

EXILIO Y OCASO

 

Durante la Revolución mexicana Porfirio Díaz interpretó de manera equivocada los acontecimientos en Chihuahua: los atribuyó a una conspiración de Terrazas y para desactivarla nombró gobernador del estado a Alberto Terrazas, hijo del general. En menos de un mes, el presidente cambia de opinión y envía a uno de sus hombres más avezados en política, Miguel Ahumada, para que ocupe de nuevo la gubernatura. La crisis era profunda: el sistema no encontraba la forma de pacificar el estado, que era el foco más importante de la insurrección en el país. 

Después de que Francisco Villa asalta Ciudad Juárez y derrota a los federales, un importante número de chihuahuenses emprende el éxodo: sacerdotes, familias, extranjeros y, notablemente, Luis Terrazas con algunos miembros de su familia. Salieron en diligencias, caballos y automóviles; pero al poco tiempo continuaron a pie y a caballo. La expedición duró 2 semanas, en las que enfrentaron las inclemencias del desierto en invierno. Ya en El Paso, los Terrazas rentaron la residencia del senador Albert Fall. Luis Terrazas Cuilty se quedó a enfrentar la situación y cuidar en lo posible los bienes.

Pancho Villa entra en la ciudad de Chihuahua en los primeros días de diciembre de 1913.

Sus actos tuvieron un objetivo principal: destruir el poder de los Terrazas. Decreta un subsidio sobre la carne para que fuese adquirida por el pueblo; el ganado pertenecía al latifundio del ex gobernador. Asimismo ordena que la Quinta Carolina sea convertida en una universidad agrícola, destruye el Monumento a la Batalla de El Mortero (una de las estatuas identificadas con el éxito militar de Terrazas), expropia los bienes del patriarca y asigna las casas a sus generales.

En 1918 Luis Terrazas envía una reclamación al secretario de Gobernación donde expone daños y perjuicios ocasionados a sus propiedades por la Revolución y la acción permanente de explotación de su ganado; Refiere por primera vez su carrera militar y política y los servicios que prestó a la República. Unos meses después, Venustiano Carranza deja sin efecto la expropiación villista sobre sus pertenencias.

En 1919 la salud del anciano sufre su primer quebranto cuando cae inconsciente, víctima de un derrame cerebral que logró superar parcialmente: recuperó el habla y luego la movilidad. A consecuencia de la enfermedad del patriarca su esposa Carolina enferma también y muere en El Paso, donde es enterrada en marzo de aquel año.

La preparación para el regreso del patriarca del amargo exilio incluyó la exhumación del cuerpo de Carolina y, 2 años después, el de Luis Terrazas Cuilty; ambos fueron trasladados al Santuario de Guadalupe, en su ciudad. Con 90 años a cuestas Terrazas regresa entusiasmado a su tierra y empieza a visitar sus casas de renta.

 

 

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